top of page
Writer's pictureVigilance

Eso luce como yo la semana pasada.

Updated: Oct 20, 2021

Texto por Karen Moe

Imágenes por Bobbi Sue Smith

Traducción al español por Habacuc Morales





Es una historia diferente; es la misma historia, cada vez que estoy envuelta en la escena del crimen con cinta policiaca en un espacio público. Acostada sobre mi espalda, una abertura en la fosa izquierda de mi nariz, un ojo expuesto que mira hacia arriba, no puedo ver. Pero puedo respirar. Y puedo sentir.

La gente no me ve al principio. Me mezclo con el resto de la instalación de arte y, tal vez, no me notan de inmediato porque soy parte de la cultura que están examinando. Soy demasiado reconocible para ser inmediatamente señalada. No cruzar la linea policiaca. No cruce lo que nunca le sucederá a usted en la realidad en la que ha sido educado para creer. No tenemos nada que ver con eso. Tú y yo. Nosotros y ellos. Mantener la línea. Alejarse.

Después de un tiempo, la gente se me acerca. Se preguntarán por la forma humana. La longitud humana del objeto. La forma de una momia completamente rodeada por plástico amarillo explosivo con la inscripción "Línea policiaca. No cruzar." En mi versión, la ya gastada frase gira y corta y cancela la línea tradicional, la línea que contiene una escena de asesinato, la línea que impone no participar en las secuelas de la violencia. La línea que nos mantiene separados. Las envolturas, las encrucijadas, las trizas, los nudos, los bucles y las espirales son los tendones sintéticos que fusionan la carne con la inspección, una combinación diferente con cada envoltura performativa que grita el mismo mensaje. Línea policiaca: Cruzar.

Es una historia diferente; es la misma historia, cada vez que estoy envuelta en la escena del crimen con cinta policiaca en un espacio público. En el centro de Eastside, Vancouver, Canadá 2015, sentí la presencia de dos humanos parados cerca de mí. Sabía que eran dos porque podía sentir a los dos cuerpos interactuando, conectados por su proximidad y su relación. Es sorprendente cuánto podemos ver cuando sólo podemos sentir.



Estuvieron un rato juntos. Charlando junto a mi intento feminista radical de decir algo sobre la violencia sistémica como nunca un acto de un solo individuo. Yo misma como una mujer blanca en el blanco patriarcado supremacista: un humano que es inevitablemente cómplice debido al color coincidente de mi piel; una mujer que ha sido aterrorizada por la coincidencia de mi sexo. Este es mi intento de despedazarlo. Ferozmente. Alegremente. Y dejarlo tirado a nuestros pies.

No sé si ya me habían notado, esta cosa tendida junto a ellos compuesta por cinta policiaca que es tan común en el centro Eastside Vancouver, el vecindario conocido con el código postal más pobre de Canadá, habitado por enfermos mentales, privados de sus derechos, gente que cada vez más se automedica con drogas de la calle — la mayoría procedentes de pueblos indígenas. (1) Mi forma de suplicar puede no haberles dicho nada a los dos hombres ¿Por qué debería hacerlo? Ellos parecían haber terminado en la galería, notaron que algo sucedía en la Galería InterUrban mientras caminaban. No creo que hayan planeado asistir a la presentación. Yo estaba en su barrio. La parte de Vancouver que normalmente es vista como "todo es su culpa" que, de hecho, ha sido una situación predestinada. La parte de la ciudad en la que nadie quiere terminar. El vecindario que los turistas — si se desvían del recorrido oficial — no podrían creer que exista en Canadá. Canadá, clasificado como el país número uno del mundo por cuarto año consecutivo con la mejor calidad de vida. Parece que la demografía invisibilizada ha sido dejada de lado por las compañías de comunicaciones del mercado global que calculan tales designaciones. (2) De cualquier modo, los dos hombres que de alguna manera terminaron en la conmoción que existe en el centro de la ciudad más hermosa de Canadá, eran lo suficientemente conscientes de mi presencia como para no pisarme. Y ahora me pregunto: ¿cómo se habría sumado al performance si lo hubieran hecho?



No recuerdo de qué estaban hablando, pero supe de inmediato que eran hombres de pueblos originarios. Es decir, lo que ahora llamamos los pueblos indígenas de Canadá. Pueblos originarios: un término que comenzó a usarse en la década de 1980 para finalmente legitimar el hecho de que los pueblos indígenas realmente estaban primero aquí. Legítimamente. Como sociedades sofisticadas. Como culturas. Pueblos originarios: ya no nativos y ciertamente no indios. Pude notar que los hombres eran de algún pueblo originario por su acento, su forma de hablar el idioma del colonizador que todavía está entonado con sus lenguas indígenas a pesar de que tuvieron prohibido hablarlas desde 1884 hasta1996, lapso de las escuelas residenciales canadienses en las cuales los niños de los pueblos originarios fueron arrebatados de sus madres y puesto bajo el cuidado de la Iglesia Católica para "sacar al indio del niño.” (3) Asimilación agresiva se le llamaba: privar a los niños de su cultura y lengua.

"Por su propio bien,” dijo John A. Macdonald, el icónico primer Primer Ministro de Canadá y el Padre de la Confederación cuando todos los territorios que son Canadá se unieron para crear un estado nación compuesto por tierras robadas. Pero sólo robado de los salvajes. Para nada a la gente así que ¿cómo podría ser eso robo? Era por su propio bien. Ellos no tenían nada hasta que nosotros llegamos, al menos 20,000 años de nada. (4) "Estos salvajes deben ser asimilados,” dijeron mis antepasados. Irónicamente, ahora, como estas brutales políticas de asimilación resultaron en segregación, después de que la población de búfalos había sido completamente explotada por los colonizadores europeos, los pueblos indígenas estaban atrapados en sus reservas — fuera de la vista fuera de la mente, como dice el dicho — para ser 'civilizados' por una sociedad que construyó a los primeros pueblos nada menos que diezmando su modo de vida.

Los sacerdotes y los funcionarios residenciales hicieron todo lo posible para cumplir con sus roles divinos como disciplinarios al abusar sexualmente de al menos uno de cada cinco niños indígenas. (5) Y la comunidad científica participó y usó cinco de las escuelas residenciales para llevar a cabo experimentos de nutrición manteniendo a los niños en un estado de desnutrición y haciendo el innovador descubrimiento scientífico, enfermándose y a menudo muriendo.(6) Sorpresa. Lo hicieron. Muchos niños indígenas, víctimas del pequeño y sucio secreto revelado recientemente por Canadá, murieron.(7)

El lenguaje que reconocí de inmediato por haber crecido en Columbia Británica es el del genocidio. Y, cuando los dos hombres decidieron mirar y notar esta mezcla de violencia e ironía a sus pies, se inclinaron sobre mí, no afectados, y uno de ellos dijo:

“Eso luce como yo la semana pasada". Y se alejaron. Se habían ido para cuando pude ver.



Recuerdo, cuando era niña, mi familia y yo a veces conducíamos a través de las reservas "indias" (8) — cuando no teníamos otra opción. Éstas eran en los campos donde sólo había un camino, por lo que no podían evitarse. Tuvimos que conducir a través de la Reserva “Mt Curry” en camino a una cabaña alpina. Siempre fue una experiencia abrumadora de novedad. Y una sensación de fatalidad que también era parte de mí. La cual justo acaba de pasar.

Mi madre no quería hacerlo. Ella decía: "Es una lástima que tengamos que conducir y ver esto ¿Qué le pasa a esta gente? ¿Cómo pueden vivir así?”

Estaba horrorizada y fascinada al mismo tiempo. Aquí había un mundo completamente diferente que había aparecido de la nada. No fue una transición gradual; siempre había un estallido cuando el pavimento liso terminaba y la carretera se convertía en una masa improvisada de parches, baches y tierra. Papá se quejaba de que la suspensión se dañaría; todos los autos comenzaban a arrojar polvo y apresuradamente cerrábamos nuestras ventanas. Pero el polvo volador no era la única razón para mantenerse alejado.

“Pasaremos pronto esto", decía mamá. "Simplemente no mires. Eso es lo que hago."

"¡¿No mires ?!" Recuerdo que mi mente de niña pensando "¿Cómo es eso posible? ¿Cómo no puedo mirar? Todo ha cambiado de repente ¿No es esto extraño? ¿Qué sucedió? ¿¡Qué ES esto!?"



Tuve exactamente la misma sensación cuando condujimos por la calle East Hastings en Vancouver y no tuve más remedio que pasar por los arrabales más pobres para llegar a los famosos y grandes tiendas departamentales Woodward. Al igual que con la Reserva Mt Curry, tuvimos que ver lo que se suponía debía mantenerse oculto para que pudiéramos llegar a donde íbamos.

"¿Por qué sus narices son así, mamá?" Preguntaba, mi rostro pegado a la ventana, preguntándome por los hombres desplomados en las puertas o deambulando por la acera con las narices hinchadas, golpeadas y rojas. Al igual que las personas con las que nos cruzábamos en una reserva india, no podía entender qué era todo esto y por qué existía. Pero sabía que era importante. Sabía que era algo de lo que no debía apartar la vista. Y, de alguna manera, los hombres con narices retorcidas en nudos carnosos me recordaban a Santa Claus.

“No los veas. Es grosero." Fui reprendida.



Mientras conducíamos a través de la Reserva Mt Curry, me pareció que las casas se habían volteado porque muchas cosas que se suponía deberían estar dentro de una casa estaban esparcidas por el patio: sofás deshechos con cojines que parecían haber saltado por su propia decisión; trastes rotos y botellas gritaban una violencia que aún no había conocido; las mesas a las que les faltaban patas quedaron tristes y boquiabiertas como chuecos amputados; los juguetes mugrientos me hicieron estremecer con la idea de tocarlos sin pensar siquiera en jugar con ellos; los osos de peluche más desamparados parecían haber sido atropellados por los carros descompuestos que estaban sentados alrededor como pulmones patéticos y desinflados, condenados a quedarse para siempre sin aliento. Pero lo que más recuerdo son las carreolas y los cochecitos de bebé, volteados y derrotados, y los adultos, desplomados en los porches inclinados; los niños con ojos atormentados que a veces me devolvían la mirada y yo recibía una sacudida de culpa inexplicable; las difusas sonrisas sin dientes de los adultos que aún tenían una botella para empuñar. Y luego los que ya estaban acabados, cerca de una botella vacía y tendida, inconscientes boca abajo sobre una escuálida alfombra de pasto muerto.

En la década de 1970 en Canadá, sabía que algo estaba terriblemente mal algo de lo que nadie se atrevía a hablar y no estaba sólo en el camino a una cabaña en la montaña o en una tienda departamental cuando se mostraba. Ahora me doy cuenta de que era parte de mi día a día; fue la textura ignorada de mi infancia; y, aunque recuerdo cómo me hizo sentir pesada la vergüenza, la suya es impuesta, la mía hecha de "no mires", fui capaz de silenciarla y hacerla a un lado.


Todos los días, el autobús escolar se detenía en la parte alta de la carretera que conducía a la Reserva India en el borde de Lantzville BC. El pueblo originario Snaw-Na-As, ahora está permitido nombrarlo. Recuerdo a dos niños nativos (9) en particular que se subían al autobús. Creo que eran hermano y hermana. Sin embargo, no tengo idea, porque nunca hablé con ellos, pero eso es lo que me imaginaba. Su ropa estaba sucia y parecía que sus caras también lo estaban, pero eso pudo haber sido porque tenían la piel más oscura que todos nosotros niños blancos y nosotros, los niños blancos en la pequeña ciudad de Canadá en 1976 sólo veíamos piel no blanca cuando estábamos intentando no mirar a estos dos niños subiendo al autobús escolar. Y tal vez sus caras realmente estaban sucias porque a nadie le importaban lo suficiente o no eran capaces de preocuparse lo suficiente como para lavarles sus caras. Era una reserva muy pobre en ese momento. Eso es todo lo que sabía: que era un enclave misterioso de pobreza al lado de mi privilegio.

Todos miraban hacia otro lado cuando ellos subían al autobús, un gesto comunal de “Tú no existes" que siempre está delineado por el deseo de mirar. Cuando hice justo eso, furtivamente, fuera de la esquina del ojo, observé que no sonreían mucho (¿por qué lo harían?) pero, cuando lo hacían, era en secreto, el uno para el otro, como si tuvieran miedo de moverse y ser notados, ser tan invisibles como desearíamos que fueran. Cuando vi lo que estaba fingiendo no ver, me parecían dientes como si no hubieron sido cepillados en días. (10)

"¿Por qué no se cepillan los dientes?" Me preguntaba, desconcertada. “¿Su mamá no los hace lavarse los dientes todas las mañanas y todas las noches antes de acostarse como lo hace la mía? ¿Por qué su ropa está sucia? ¿Su mamá no les lava su ropa como la mía?" Tan pronto como abordaban el autobús, sus cabezas se inclinaban hacia el piso con un chasquido de un bastón de un conductor omnipresente al unísono con el corte de nuestra brillante charla matutina. Silencio. Siniestro, mientras se dirigían a la parte trasera del autobús. Los niños de los pueblos originarios siempre se sentaban en la parte de atrás.

"¿Por qué?" Siempre pensaba. "¿Por qué siempre se sientan en la parte de atrás?" Pero nunca me atreví a preguntar. Parecía una pregunta que no importaba porque importaba demasiado. Recuerdo que después de la escena diaria de estos misteriosos niños subiéndose al autobús, no los volvía a ver en todo el día. "¿A dónde se iban?" A veces me acordaba de notarlo. "¿Estaban en la misma escuela?" Y así debe haber sido. Ahí. En algún lado. El autobús no iba más lejos; eran obedientes en las sombras. Esto fue a mediados de la década de 1970, en un pequeño pueblo de la Columbia Británica, Canadá.



No supe nada acerca de las escuelas residenciales hasta principios de la década de 1990. Cuando estaba en la universidad. Fui a una universidad relativamente de izquierda con un departamento de Estudios Culturales algo radical en el momento en que este secreto normalizado finalmente comenzó a ser revelado, discutido y reconocido. Me enteré de que la última escuela residencial se cerró en 1996, más de cien años después de que se abrió la primera. Me quedé impactada ¿Cómo pude no haber tenido idea? ¿Cómo se pudo haber guardado un secreto tan inmaculado?

Pensé en los dos niños de la reserva que subían al autobús escolar todos los días. Tuve mi respuesta. Estos niños habían escapado de alguna manera al destino de ser enviados literalmente a una escuela residencial, pero no habían escapado al legado. Sus padres, tíos, tías, primos, hermanos mayores, abuelos, abuelas, bisabuelos y tal vez incluso se remontan a los cimientos del bisabuelo, cualquiera de estos parientes que habían sido separados de sus madres y forzados al sistema escolar residencial habría sufrido abusos. Y se habrían llevado con ellos los efectos de ese abuso a casa . Y estos niños, los que asumí que eran hermana y hermano, que abordaban el autobús todas las mañanas con la cabeza baja como si les avergonzara existir, habrían sido víctimas de este ciclo. De camino a la escuela, estaba presenciando un apartheid silencioso. Pero, ¿no es el apartheid siempre silencioso en términos de que no hay razón para hablar de eso porque así es como debe ser? Vergonzosamente, décadas más tarde, como el resto de mi país con su superficie limpia y reluciente, tuve la respuesta.



Ahora pienso en la cima de la colina donde los dos niños de los pueblos originarios esperaban el autobús como fantasmas en la cúspide de un misterio. Un misterio que nunca resolvería. No lo tenía permitido. Tenía miedo de hacerlo. Esta no es excusa: fue de la manera que tenía que ser. El mundo al pie de la colina estaba destinado a ser un vacío, una inexistencia, una nada. Como tenía miedo de esa colina, también me sentía atraída a ella. Me sentía culpable por no ir y culpable por querer ir. Y, cada vez que no podía ayudar pero sí mirar, me alejaba.



Imágenes:


Bobbi Sue Smith The Soot of a Thousand Extinguished Candles 1-10. Acuarela, carbón, tinta, hollín de vela. 30cm x 10cm 2020.



Karen Moe Lethe performance Ciudad de México 2016.



Sobre las artistas:


Bobbi Sue Smith es una artista visual que ha trabajado tanto sola como en colectivos en comunidades que van desde lo aislado hasta lo citadino. Su trabajo en pintura, textil y fotografía, recoge y cuestiona las impresiones de la experiencia cotidiana, prestando especial atención a los roles de memoria e historia. Su variada obra se unifica con el objetivo de promover el discurso y el pensamiento crítico sobre la materialidad, el proceso, la política de clase y las contribuciones sociopolíticas de la artesanía. Actualmente ella vive en París, Francia. Puedes seguir su trabajo en Instagram @madebysmitty y en su sitio web madebysmitty.com

Karen Moe es una escritora, artista visual, performer y activista feminista. Su trabajo se enfoca en el género, la violencia sistémica, y la justicia. Ha sido publicada en revistas como Border Crossings, ArtSpace, WhiteHot y Revista192. Es la editora y fundadora de la revista Vigilance: Fierce Feminisms. Karen ha exhibido y actuado en todo Canadá, en los Estados Unidos y en México y recién terminó su primer libro, Victim: a Manifesto. Karen vive y trabaja en la Columbia Británica, Canadá y en la Ciudad de México. Sobre el Traductor:


Habacuc Morales. Estudiante de enseñanza de español como lengua extranjera. Profesor de lengua italiana, francesa, portuguesa, español y náhuatl, así como traductor de las mismas. Amigo. Escritor. Viajero.

Notas:


7. https://globalnews.ca/news/2027587/deaths-at-canadas-indian-residential-schools-need-more-study-commission/

8. Estoy usando el término despectivo 'indio' aquí (por supuesto, todos sabemos que los pueblos que habían vivido en America por milenios no eran 'indios' equivocados de Colón cuando no alcanzó su objetivo de India) por el bien de la autenticidad porque ese era el término (basado en la ignorancia y el racismo) que se usó en la década de 1970. Y todavía aveces es, vergonzosamente, usado hoy en día.

9. Al igual que con el término "reserva india", mi generación llamó a las personas de los pueblos originarios "nativas", por lo que usaré el término "nativo" ahora por autenticidad. Sin embargo, me alegra decir que soy de la generación en la que algunos de nosotros sabíamos que el término "indio" no solo era racista, sino que se basaba en la ignorancia.

10. He sido advertida y criticada por el comentario en mi testimonio de mirarme a mí misma como una niña que pensaba que los dientes de los otros niños indígenas no habían sido lavados en días, es racista y que debería retirarlo de mi cuenta y que no es posible que no me haya dado cuenta de esto mientras ellos caminaban al fondo del autobús. Yo respondí, “Eso es lo que vi y lo que pensé. No puedo desechar la verdad cuando estoy diciéndoles la verdad tan absolutamente cruda como sea posible.” Tal vez estaba equivocada. Tal vez estaba imponiendo un prejuicio implantado de que los niños nativos eran sucios y esto había sido arraigado en mí por adultos y la cultura civilizadora de la cual soy parte. Tal vez estaba en lo cierto; tal vez sus dientes no habían sido lavados en días debido a las condiciones empobrecidas de esta reserva en Canadá al igual que muchas otras en 1970. Creo firmemente que esta conversación tan esperada y muy bienvenida sobre el racismo sistemático necesita además incluir la voz de la cultura colonizadora. Sin embargo, es crucial que las voces de los colonizadores no sean tomadas de manera personal y no contar historias de miedo y amenaza y, por consiguiente, continue el racismo y el odio. Necesitamos contar nuestras historias porque estábamos ahí; éramos una parte de la explotación basado en la raza, tanto como en el sexo y el género, contra la cual todos estamos trabajando para ponerle fin. Para siempre. Y para bien.

44 views1 comment

Recent Posts

See All

1 Comment


johnjames7788669
Jun 17, 2022

Squarefoot Flooring has been a retail leader in the distribution of Flooring products for 10 Years. We currently provide services in Mississauga, Toronto, Brampton, Oakville, Markham, Richmond Hill. Stoney Creek, Niagara Falls. Hamilton, Ancaster, Burlington, Kitchener, Guelph, Sudbury, Pickering, Ajax, Whitby, Oshawa. We excel in providing a quality product in order to make your dream place a reality and have won the title for “Mississauga’s 2019 favorite business. With over tool rentals near me 9000+ options for flooring we bring you the largest variety of styles, materials and colors to select only the best.


Like
bottom of page