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Sentipensando a un mes del 8M

Updated: Apr 16, 2021





Foto por Victoria Equihua





8M, feminismo y contingencia

Escribo esto desde lo que he vivido y compartido con otras mujeres. Escribo esto sabiendo que a mi lado caminan cientos (miles) de mujeres, niñas, jóvenas, abuelas, hermanas, madres, hijas. Escribo esto gracias a todo lo que he aprendido de mis compañeras de lucha. Escribo esto para mí y para ti.


Esta es también una carta de amor para todas las mujeres.



Capucha, fuego, rabia y amor.

Recuerdo la primer marcha feminista a la que acudí. Yo no vivía en la ciudad pero siempre había querido sumarme a otras manifestaciones no forzosamente feministas que se realizaban, entre la distancia y mis horarios de trabajo nunca lo hacía. La primera vez que me sume me sentí abrazada, me latía el corazón y no podía dejar de sonreír y llorar, todo en mí se movió cuando me di cuenta que había muchas acompañando y confrontando el miedo, el enojo, el dolor y las tristezas contra el patriarcado, el capital y el estado. Quizá éramos pocas si lo comparamos con las movilizaciones de ahora pero las consignas aún resuenan dentro de mí como un canto de millones de voces, voces que cada día me acompañan.


Marzo es una fecha esperada y llena de muchos sentires porque la marcha del 8M es una de las movilizaciones feministas más grandes del país, aunque hay otras fechas muy importantes así como diversas manifestaciones que se dan a lo largo del año en diferentes espacios y geografías, esta es la que reúne a un mayor número de mujeres. Las marchas visibilizan en el espacio un sentir y una posición política compartida.


Mis alumnas de secundaria me han pedido que discutamos en la clase de Cívica y ética sobre feminismo, aborto y las marchas, para mí ha sido revelador ver que en gran parte este movimiento es intergeneracional gracias a lo visible y tangible que es, hay niñas y adolescentas que conviven con la palabra feminismo, con paredes pintadas con consignas y con madres que se suman a la lucha. En mis días de secundaria estos pudieron ser temas no cercanos a nosotras.



Foto por Karen Moe



Marchar es también un acto de apropiación del espacio público, nosotras, quienes somos vulneradas y violentadas cada día en las calles en ese momento las arrebatamos en manada, las volvemos nuestras, las decoramos, las destruimos y construimos así un paisaje nuevo: calles vivas llenas de rebeldía.


La frase “esas no son formas” se ha cimentado como un discurso de oposición y reprobación de las manifestaciones feministas, ya no son solo palabras de desapruebo son también actos de represión por parte del Estado: ¿Cuáles son las formas correctas para pedir que no nos violen, que no nos maten ni nos desaparezcan?



Foto por Karen Moe



Este año había una gran pregunta en el aire: ¿Marchar o no marchar? Para algunas no había duda alguna, la respuesta era clara: una pandemia no podía impedir que saliéramos a las calles, para otras resultó muy importante poner como centro la consideración hacia las mujeres que se encontraban contagiadas de covid, para las enfermeras y doctoras que cada día ponen el cuerpo ante el virus. Ambas posturas apelaban a los cuidados colectivos y al autocuidado.


Yo enfermé de covid en Septiembre del 2020, en ese mes se dieron distintas manifestaciones en mi ciudad. Recuerdo que me sentí triste por no poder asistir, la verdad es que mi cuerpo y mis emociones no tenían muchos ánimos, pero esa extraña sensación de tristeza al no acudir me hizo darme cuenta que hay muchísimas prácticas que también confrontan al sistema y que igual podrían denominarse acción directa. Las mujeres desde sus casas, trabajos, oficinas, creaciones también están luchando.


En esta multiplicidad de posturas se llevaron a cabo diversas movilizaciones en todo el país, porque ya no es solo un suceso de la capital y las ciudades, también hay cosas sucediendo en tenencias, barrios, comunidades y espacios rurales.


Este 8M se vivió represión policiaca en diversos espacios, vallas que resguardaban edificios, encapsulamientos, gases, detenciones, queda claro que la violencia hacia las mujeres no es tan importante como el llamado desorden público. No es a las capuchas, a los aerosoles y al vandalismo a lo que el estado le teme, no es por eso que despliegue su fuerza policial, el temor verdadero es a la organización y la autodefensa de las mujeres, le temen a vernos a los ojos y descubrir que no hay nada que detenga esta rabia.



Foto por Karen Moe



Foto por Karen Moe



Contingencia y feminismo

La pandemia ha dejado bien claro que las violencias no cesan pero tampoco la rabia. Desde que comenzó la cuarentena en México, el cotidiano se vio modificado como en otras partes del mundo, también se hizo evidente que las poblaciones vulnerables lo serían aún más. Gran parte de la población no pudo hacer cuarentena en ningún momento, hubo una gran cantidad de pérdidas de empleo. Continuar los procesos escolares implicaba contar con los medios y recursos para hacerlo. La violencia doméstica aumentó, muchas mujeres y niñas tuvieron que pasar obligatoriamente más tiempo con sus agresores.


En este año de pandemia que ha transcurrido, ni un solo día dejó de haber noticias sobre desapariciones y feminicidios, las cifras aumentan cada año: hay de diez a doce femicidios al día. [2] Esa es la otra pandemia, la que siempre ha estado.


Las posturas del gobierno federal han sido la de la evasión y la negación ante las cifras y la alerta de violencia de género: díganos señor presidente ¿Cómo puede no nombrar la guerra diaria que vivimos las mujeres?



Foto por Karen Moe



La respuesta de las colectivas feministas ante esta situación fue mantenerse firmes y activas, continuar tejiendo redes y accionando para crear una vida digna donde todas podamos existir libres y seguras.


Para mí ha sido maravilloso ver cómo en el pasar de los años el movimiento feminista ha ido creciendo en el país, podría decir que hay una feminista insertada en cada área, oficio, ciencia, en cada barrio, colonia, incluso en comunidades, tenencias y pueblos, están ahí, combatiendo desde esa trinchera las violencias patriarcales.


Sin embargo, debo compartirles que lo que más me desanima es cuando pienso en lo grande que es el enemigo, cuando lo imagino como ese enorme sistema que se reproduce y se alimenta cada día. Cuando me abruma y siento que no hay por dónde empezar a combatirlo recuerdo que no estoy sola, toda mi esperanza la pongo en el feminismo, en las mujeres y en la revolución que están encarnando.


Las he visto organizarse para buscar con sus manos a sus hijas y a sus hijos, excavar ellas mismas la tierra porque no hay autoridad, instancia o estado que venga y les diga a las madres dónde están sus desaparecidos, las he visto exigir reformas a leyes o la creación de nuevas, las he visto trabajar por los derechos de las infancias , las he visto pelear por los derechos de las trabajadoras, luchando por la tierra y el territorio, las he visto acompañar a otras mujeres a tener abortos, a abrazarlas y cuidarlas,[1] las he visto ser la únicas en decir: yo te creo, las he visto ser las mamás que crían a niñxs rebeldes y libres, las he visto siendo las amigas que bailan juntas en una fiesta y al día siguiente se levantan a organizar una manifestación para hacerle frente al estado.



Foto por Karen Moe



Me gusta hablar del feminismo como movimiento, como un cuerpo que se mueve, que inhala y exhala, un cuerpo vivo, cuerpo que abraza, cuerpo con heridas, cuerpo que sana, un cuerpo de muchos cuerpos, cuerpas, cuerpxs, cuerpos de diversos colores, tamaños, lenguas, formas. Es necesario para mí verlo así para no olvidar que detrás de los cuestionamientos, la teoría, el pensamiento y la acción hay un cuerpo vivo, un nombre, un corazón.


Hay muchas prácticas realizadas por mujeres en diversos espacios (sobre todo no académicos) que son combativas y confrontan al sistema, mujeres y prácticas que no se nombran feministas, me parece importante nombrarlas porque creo que el feminismo en México está en gran parte vinculado a los aprendizajes de estas prácticas, acciones y formas que no vienen de la praxis y teoría feminista, aprendizajes que abonan a situar el movimiento. Muchas mujeres no se nombran y quizá nunca se nombrarán feministas por muchísimas razones, pensemos que el feminismo está acompañado de conceptos y cuestionamientos al que no todas tenemos acceso, pero aun así las luchas de estas mujeres son reales y valiosas.


El feminismo no es una doctrina que busque imponérsele a nadie, el fin último no es que todas se asuman feministas sino que los sistemas que oprimen y violentan a las mujeres caigan para que todas podamos vivir digna y libremente. Pienso en mi propio proceso, ahora a mis 25 años me dedico a la poesía y es para mí muy importante decir: soy poeta, soy de pueblo y soy feminista. El feminismo transversaliza no solo mi creación sino la manera en cómo concibo la poesía y la vida, hace algunos años no me sentía con la seguridad de posicionarme así y a mi creación, me llevó algún tiempo de cuestionamientos, vivencias y acceso al conocimiento el poder plantarme frente al mundo y nombrarme, el mío ha sido sobre todo un proceso de encuentros y hermandad, si no fuera por todas las mujeres que han estado en mi vida no estaría hoy aquí, hablando y escribiendo.



Foto por Karen Moe



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Epílogo

Una revolución feminista está ocurriendo en México. Las mujeres ya no se callarán.


En la Ciudad de México, en julio y agosto de 2019, tres mujeres fueron violadas por oficiales de la policía: el 10 de julio, una mujer de 27 años sin hogar fue violada por dos oficiales de la policía; el 3 de agosto, una mujer de 17 años fue violada en grupo por cuatro policías en una patrulla; el 8 de agosto, un menor fue agredido por un oficial de la policía en el Museo Archivo de la Fotografía de la Ciudad de México. No se hizo nada. Había absoluta impunidad para los policías y violadores y ni siquiera perdían el trabajo.


El 16 de agosto de 2019, por primera vez en la historia de México, las mujeres de la Ciudad de México se levantaron en masa no sólo contra estas recientes violaciones por parte de la policía, sino también contra la estimación conservadora de 3835 feminicidios en México en 2019 con un promedio de 10 mujeres asesinadas por día que fueron asesinadas en 2021. [2] Para agregar a estas horribles estadísticas, se estima que sólo se informa el 10% de los feminicidios son denunciados, lo que resulta en cifras que son nada menos que un generocidio y el gobierno hace poco o nada sobre eso. Reina la impunidad. [3]


¿Y las violaciones? Bueno, olvídalo. Cuando les pregunté a algunas mujeres mexicanas si había kits de violación, no sabían de qué estaba hablando. Y la típica proclamación patriarcal y misógina de “¡Ella lo pidió! Todo es su culpa ”que las mujeres (ahora) a menudo puedan revertir en Canadá y Estados Unidos es la 'verdad' institucionalizada en México cuando otra mujer es agredida sexualmente.


En respuesta, las mujeres de México han salido a las calles, vandalizando monumentos y cubriendo todas las superficies con pintas de spray que expresan su enfado e irreverencia para intentar y hacer que el gobierno las escuche. Sin embargo, los pedidos de justicia de las mujeres no son aún escuchados. Pero a las mujeres no les importa. Siguen haciéndolo. Incluso cuando a la mayoría de los ciudadanos mexicanos se les lava el cerebro por los medios de comunicación y el poder de la cultura machista al decir que son las mujeres las que son violentas y no prestan atención a la razón de la rabia, nadie las detendrá. Sin embargo, este artículo, de la activista feminista mexicana Victoria Equihua, nos cuenta cómo, a pesar de la escalada de violencia contra las mujeres en el país desde la pandemia, a pesar de que el gobierno sigue ignorando la violencia ejercida contra ellas y su activismo como legítimo, también hay alegría y triunfo entre mujeres de todas las edades que, aun cuando no todas se proclamen feministas, son ahora una sola voz política. Las mujeres de México se niegan a soportarlo más. Basta! ¡Ni una más!


Karen Moe, editora.



Foto por Karen Moe.



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Notas:


[1] El aborto solo es legal en la Ciudad de México.

[3] Véase mi articulo de marzo del 2020: https://www.vigilancemagazine.com/post/la-vida-de-una-mujer



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Sobre la artista:


Victoria Equihua, Capula Michoacán. Poeta, feminista, miembra de colectiva Calandria con quienes coordina la liga de Slam de poesía para morras en la ciudad de Morelia. Ganadora del Slam nacional MX 2019 (México 2019), semifinalista en el slam national et la coupe du monde (Paris 2020), costurera, vendedora y maestra, cree en la rebeldía y la autogestión. Egresada de la licenciatura en teatro de la Facultad Popular de Bellas Artes de la UMSNH. Ha recibido varios premios a nivel nacional por su labor poética. Actualmente coordina un taller literario para mujeres dentro del proyecto “Hechas de barro y palabras” proyecto de poesía con mujeres de Capula Michoacán. https://avecessientoq.blogspot.com/ https://www.facebook.com/victoriaygarabato/ https://www.facebook.com/Slamdepoesiaparamorras

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"Intervenciones Colima" foto por Victoria Equihua








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